Pozas, badinas y el Salinar de Naval
Como cada año por estas fechas, las primeras olas de calor nos golpean con fuerza, pero de sobras sabemos que a todo se sobrevive, aún siendo así, siempre es bueno el encontrar alternativas y vías de escape para hacer de estas olas de calor algo llevadero o incluso convertirlas en la excusa perfecta para disfrutar de lugares que de otra forma difícilmente visitaríamos.
Hablamos de las pozas, badinas, ríos y demás entornos bañados por el agua.
Si ancha es Castilla, extenso es Aragón, no sólo de este a oeste, sino también de norte a sur, y es que si comenzamos por allí, por el sur, cómo no recomendar un paseo por la ruta fluviar del río Blanco en Calomarde, de unos años a esta parte, serpenteada con una serie de pasarelas que harán de esta ruta algo mucho más accesible y para casi todos los públicos, y además en un entorno bañado por un río en el cual, a buen seguro, meteremos la cabeza.
Más al norte y ya en la provincia de Zaragoza, aún son varios los lugares dónde darnos un chapuzón, si bien el entorno del Monasterio de Piedra y el río Piedra a la cabeza son el buque insignia de los entornos fluviales en esta provincia, y casi podríamos decir que lo es también a nivel nacional, pero dentro del parque no está permitido el baño, aunque si podremos meter los pies en el río Piedra en cualquier otro punto de su cauce, pero no muy lejos de allí encontramos el cañón del río Mesa, un entorno privilegiado que nos ofrece unas vistas espectaculares y en el cual podremos refrescarnos a lo largo de su recorrido.
Siguiendo en la misma provincia de Zaragoza, pero más al norte, en concreto en la Sierra de Santo Domingo, encontraremos en el municipio de Luesia el ya archiconocido pozo Pígalo, un lugar idílico para el baño entre montañas y zonas boscosas.
Similar a muchos de los que encontraremos en la provincia de Huesca, cómo pueden ser el Barranco de Paternoy, las pozas de Salinas, el río Vero a su paso por Alquézar o cualquier cauce de los muchos ríos que nacen en los Pirineos y refrescan con sus gélidas aguas los días más tórridos del verano.
Pero quiero, y seguro que a más de uno puede sorprender, hablar en estas últimas líneas de un lugar cada vez más conocido y el cual podría ser considerado como el Mar Muerto de Aragón, nos referimos al Salinar de Naval.
Salinar de Naval
Su historia se remonta a la época romana y ha sido fundamental para la economía local a lo largo de los siglos debido a la producción de sal, y no debemos olvidar que la sal era un recurso esencial para la conservación de alimentos y otros usos domésticos e industriales, por lo que era algo muy cotizado.
En Naval tanto la sal como también la cerámica son dos de sus boques insignias hoy y siempre, ya que ambas prácticas vienen desde tiempos lejanos.
La formación del Salinar de Naval se debe a una serie de circunstancias geológicas y climatológicas particulares. La sal proviene de un acuífero subterráneo salino cuyas aguas emergen a la superficie a través de manantiales. Este proceso natural de evaporación y cristalización se ha aprovechado desde tiempos antiguos para extraer sal de manera artesanal.
Como decíamos antes, los romanos fueron los primeros en explotar sistemáticamente estas salinas, y se cree que fueron ellos quienes desarrollaron las primeras infraestructuras para la recolección de sal en la región.
Y es que este lugar el cual formaba parte del sector industrial de épocas pasadas, ahora ha visto un renacer gracias a los muchos turistas y curiosos que se acercan allí casi a diario, un lugar dónde las instalaciones han sido acondicionadas para la visita turística, contando con zonas de césped, de hamacas, bar y un suculento restaurante entre otros servicios. ¡Hasta podemos recibir un masaje de lo más agradable!
Así que ahí lo tenéis, son muchas y muy variadas las opciones que nos ofrece Aragón para huir del calor, ¡feliz verano!
Por Carlos Díaz Beamonte